Quridos geranios, queridas ballénidas:
Como soy un vago redomado (¡y una mierda, que estoy muy atareado!) he dejado pasar mucho tiempo sin contaros este formidable acontecimiento: ¡Nos fuimos a París!. Bueno, mi mujer dice que me llevó a París. Gracias maja.
Por cierto Paris era un señor griego muy novelado y peliculado. Se escribe París, con acento ¿vale? Salvo que lo escribas en francés, claro.
El viaje lo hicimos en "trenhotel" nombre cursi de un servicio bastante bueno de Renfe, que te lleva por la noche de Chamartín a París. Como éramos cuatro tuvimos un compartimento para nosotros solos. Una gozada. Viajas por la noche, a tu aire, te puedes descalzar (si no te huelen mucho los pies)... Para cenar en el restaurante (que es carillo pero merece la pena) hay que reservar mesa nada más arrancar el tren o te toca cenar a las 23:30 como a nosotros. Y la azafata (a la que mis hijas llamaban "la comandera") era una española-niña pija y borde, pero con mostrar un poquito de energía con ella es suficiente.
No se duerme como en casa pero se descansa bastante bien y al despertar ya estás cerca de París. Y antes de dormir es ideal contar películas o historias inventadas de miedo (hasta que a la hija pequeña le empieza a dar miedo de verdad y hay que parar). Las proximidades de Paris son una zona llana , con vegas y algún pueblo muy bonito.
Había visto cientos de fotos de la torre Eiffel,... pero la verdad es que cuando de repente al cruzar una calle y mirar distraidamente a un lado la ves... impresiona.
Al dejar las maletas en el hotel sin poder ocupar la habitación por lo tempranero de la llegada, nos fuimos a dar un paseo por las proximidades (estábamos en el barrio o "quartier" de Montparnasse) así que nos dio por ir a un lugar que no es de los más famosos: el museo Rodin. Bueno chicos, impresionante. Los jardines son una gozada. Nada más entrar la escultura de El Pensador y al fondo la cúpula dorada de Les Invalides.
Si el jardín está lleno de esculturas grandes, el interior, una casita preciosa contiene las equivalentes copias en tamaño menor (a Rodin le encantaba duplicarse a si mismo en diferentes escalas). La Puerta del Infierno es impresionante. Lo mismo que Los Burgueses.
Les Invalides, está lleno de museos interesantes, luego la iglesia propiamente dicha, llena de banderas de los ejércitos derrotados por el glorioso ejército francés (esta gilipollez es igual en todo el mundo pero el interior es bonito) y el mausoleo donde entre otras cosas está el féretro de Napoleón (que es más impresionante que bonito). Parece mentira que un tipo tan bajito le pusieran un féretro tan grande. El Museo Rodin nos gustó más.
Para moverse lo mejor es sacarse el billete Paris-Visite, un combinado de Metro, bus y RER (el cercanías) que vale para cuatro días (lo hay de tres, de cinco,...). Y otro de Paris-Musèe que permite el acceso a los museos sin pagar y sin hacer colas, con alguna excepción: solo es para los museos públicos, los privados como Nôtre-Damme que es de la Iglesia se pagan y se hace cola.
Nosotros tuvimos la feliz ocurrencia de arreglarlo todo desde Madrid. La Casa de Francia (no la embajada) está en la Plaza de España en Madrid, en el Edificio Torre de Madrid, octava planta. Allí puedes comprar los billetes de transporte en París, los de museos y conseguir planos, e incluso si quieres, hoteles,... Y el personal habla español.
El Metro de París es muy bueno. Estés donde estés hay una boca cerca. Hay catorce líneas. Los trenes son muy antiguos pero funcionan muy bien. Van a toda velocidad y nada más abrir las puertas literalmente de golpe, la gente se autoexpulsa fuera y los de fuera se lanzan dentro para no ser atrapados por las puertas. Cuando suena el silbato ni intentes subir.
Una curiosidad de la que se dieron cuenta mis hijas: algunos convoyes tienen ruedas de acero normales, como en Madrid, pero otro llevan unas ruedas neumáticas horizontales.
La Torre Eiffel es una gozada. Es gigantesca, en las fotos no lo parece tanto. Cuando te acercas por los Campos de Marte, no tienes la sensación de acercarte sino de que la Torre crece y crece. Ponerse debajo de ella es impresionante, da vértigo ver el tamaño de la bóveda. Por la mañana tempranito hay menos cola, (durante el día esperas entre 60 y 90 minutos) pero da igual: los excelentísimos señores celadores e inspectores de colas abren cuando les da la gana. En los carteles ponía que a las 9:00 pero ellos primero colocaron con primor todas las vallas y enderezaron las colas y luego parsimoniosamente se saludaron dándose la mano entre ellos uno a uno. Va sin coña. ¡Qué gente tan educada! Aunque quede muy de turista hay que subir (la cola es para eso). Solo se sube al segundo nivel (el tercero está cerrado) pero ya es increíble. Desde arriba se ve literalmente todo París, que es una ciudad completamente llana a excepción del la elevación de Montmartre donde está el Sacre Coeur. Por cierto: ojo con el viento y el frío, que no es igual que en la base. De todas formas hay que salir con un chubasquero siempre: en París el tiempo cambia en cosa de minutos y llueve a diario (aunque no torrencialmente, pero llovizna... a diario).
Desde la Torre cruzamos el Sena (¡vaya pedazo de río, después de ver el Tamesis y este... que ridículo el Manzanares, caray!) y llegamos a unos museos que no me acuerdo de cómo se llamaban (eran de artes plásticas y de cine y también había conferencias) y tras ellos la plaza del Trocadero, que al parecer construyó Napoleón imitando al original que está en Cádiz.
En el sentido contrario: los Campos de Marte, que son extensiones de césped llenas de parisinos y parisinas a veces sin camisa tomando cualquier resquicio de sol, leyendo o paseando y tras ellos la Escuela del Ejército, con una escuela de equitación incluida. Detrás Les Invalides y el Museo Rodin.
El Louvre es impresionante. Si, está hasta las trancas de turistas, pero aún así es espectacular. La Gioconda no impreisona mucho... porque la contemplas solo unos segundos entre el codo y el cogote de los japoneses que van delante de ti. La Victoria de Samotracia si que impresiona.
El museo tiene 750 metros de lado. Como es cuadrado, tiene tres plantas (más otras dos en cierto sentido) y pasillos laterales... echad la cuenta. En dos mañanas se ve menos de la mitad.
Pirámides, para arriba, para abajo, piramiditas para arriba,... dicen que la "definitiva" está oculta en el mejor sitio: a la vista de todos, en elMetro, bajo el museo. ¿Será verdad? jejeje...
Las dos islas (L'Île de la citè y l'île de SaintLouis) son el corazón de París. El origen (allí vivió la tribu de los parisii) y el lugar más bello y lleno de lugares interesantes: la Conciergerie, con unos maniquies representando a Marie Antoinnette (todavía con cabeza), La Sainte Chapelle, edificio absolutamente precioso, el mercado de las flores (tan de película de Hitchcock), Notre-Damme por abajo y por arriba... tras una larga ascensión, el museo arqueológico, que está poco anunciado (es subterráneo y pasa desapercibido) y sus estúpidas conserjes (de lo poco borde que vimos en Paris), L'Hospital de Dieu, el monumento a los muertos de la II Guerra Mundial... Y luego pasando a la otra isla... ¡docenas de heladerías! las más famosas de Paris.
Otra excursión inevitable es a Montmartre. Si funciona es ideal subir en el "funiculer", y si no pues en metro y se sube en un bus. El Sacre Coeur es bonito (aunque medio moderno: de los tres grandes símbolos de Paris, dos, la Torre Eiffel y el Sacre Coeur son relatiuvamente modernos, el otro, Notre-Damme no, claro). Allí mismo los pintores, reales o farsantes te asaltan para hacerte un retrato. Allí está el "lapin agile",el pub donde paraba Picasso y que a veces tenía que pagar sus copas con un cuadro. El barrio de Montmartre está "hacia el otro lado", hacia delante el barrio es Pigalle y es poco recomendable (bueno, por lo menos si vas con tu mujer y tus hijas...): es el barrio de las "pilinguis", glamourosas... pero "pilinguis". Allí está el Moulin Rouge.
Inevitable un paseo por el Sena en el bateu mouche. La verdad es que aunque parezca muy de turista merece la pena.
¿Comer? No se come mal... eso dicen: dados los precios nosotros nos alimentamos en restaurantes mexicanos, pizzerias,... y cena en el hotel, en la habitación, a base de bocatas. En el Louvre, sorprendentemente, se come barato. Y enlos Campos Elíseos... caríiiiisimo...
En fin, el Arco del Triunfo (jeje: lo iban a dedicar a sus victorias en España... pero cambiaron de opinión y lo dedicaron a su grande armèe,... cuando comenzaron a perder), el obelisco, la Opera Garnier (en cuyos canales subtarraneos se escondía el fantasma de la Opera), la Galerías Lafayette (si, si, como El Corte Inglés pensaba yo... salvo que cuando miras el techo te quedas sin habla), el barrio de Les Hayes, precioso, el Parque y el Palacio de Luxemburgo, el Barrio Latino lleno de marcha (y sitios baratos para comer), el barrio de Saint Germain, pijo y bohemio a la vez, y las iglesias, cientos de ellas y todas preciosas. Por ejemplo Saint Sulpìce, puesta de moda por el libro del Código Da Vinci y en la que se ve la linea del meridiano y docenas de carteles criticando el libro. A las 7 de la tarde te sientas en algún parquecito del centro y empiezas a oir las campanadas del Sacre Coeur y cómo le contesta Notre Damme y luego La Trinité, Saint Sulpice,... ¡es impresionante!.
Y la amabilidad: imporesiona eso de que si preguntas por una calle y no saben indicarte te contestan "Je suis dessolée". Joder con los parisinos.
Aman la belleza y no soportarían una ciudad fea. A Gallardón allí lo guillotinarían directamente. Prefieron pasar hambre a tener una ciudad que no sea perfecta. Hasta los cementerios son preciosos.
Claro que no vi los barrios del sur, donde los jóvenes inmigrantes se revelan en barricadas contra el poder. Pero lo que vi... me impresionó.
Lo único que no me gustó deParis fue... que se acabó enseguida.
lunes, 19 de noviembre de 2007
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1 comentario:
Lástima que no pudierais ver la nueva atracción parisina: está en el extra-radio y se llama "a la caza del negrito cabreado". Lo montó Sarkozy cuando era Ministro de Interior, y ahora que es presi, pues se vé que quiere potenciar el asunto. jajaja
Nos leemos (y nos vemos). Mua
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